Frustración
Corriendo por mis venas, inyectando mis ojos en sangre, surgiendo de lo más
profundo de mi corazón. Creía que ya no se encontraba en aquel rincón, que lo
había desechado para siempre de mi vida en todos sus sentidos. Pero no, allí se
encontraba nuevamente, asomado por las paredes de mi mente sin pedir permiso,
como siempre había hecho, involucrándose en mi vida, tomándola en un abrir y
cerrar de ojos, y al día siguiente desapareciendo. Sin más.
Más frustración, más dolor y enojo
conmigo misma.
Soy especialista en permitir que viejos
recuerdos me azoten en la cara y divaguen con indiferencia por mis memorias, se
escabullen, pero yo tampoco me ocupo en retenerlos, simplemente cuando uno
pequeño aparece por allí ya soy consciente de lo que sucederá a continuación:
la explosión de recuerdos.
BOOM.
Recuesto el rostro entre mis manos y hasta el más mínimo roce provoca que me incomode
la situación.
Si tan solo mi mente se ocupara en callar todo sería más sencillo, menos
complicado para mi ser y vida en sí. Porque cuando una astilla de la razón se
tuerce en mi interior es débil entre aquellos recuerdos y suele perder, como
siempre perdí yo.
La única solución es esperar. Segundos, minutos, horas, días y no quiero
continuar.
Espere tanto en mi vida que unos días me parece lo más sensato del mundo.
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