Buscándole una solución a aquello que no lo tiene, hallando en lo más profundo de mi alma un espíritu en pena. No voy a lamentar mis días naufragando entre la realidad y la fantasía, lo cierto y lo inverosímil, lo atroz y la salida.
Pero resulta más fácil, siempre lo es, poner música a un volumen alto y que mi mente divague olvidándose del suelo en que vivo, sí que lo es. Pero resulta contraproducente en mis sentimientos cuando vuelvo a tocar la vida. La verdadera vida.
Me fío de gente que no es mi amiga, me dejo engañar por viejos momentos y palabras que no son más que testamentos de un pasado lejano, y aquello me destruye el alma.
Pasado, pasado, pasado.
Sus sombras pisan mis talones, me obligan a caer y que los mire a la cara.
No tienen pelos de serpientes pero sí unas lenguas muy filosas, unos ojos envueltos en veneno y una magia… una magia que doblega el mismísimo poder de Hades.
Y siempre sucumbo a sus poderes, soy débil y adicta a ellos, me traen placer, del bueno, envolviéndome con aquella manta de certeza, de viejos recuerdos los cuales contemplo como una película, una y otra vez, sin cansarme, sin detenerme, sin parar a pensar en lo que estoy haciendo. Para entonces ya es demasiado tarde, el pasado vuelve a golpearme a la cara y esta vez fuerte, cada vez más fuerte que la anterior. Fracturando mis pesadillas para convertirlos en gritos hirientes por las noches, buscando escondites secretos por los pasadizos de mis lujosos castillos de cristal, y habitando allí por un tiempo, para luego cerciorarse que no quede absolutamente nada de ellos, al igual que las ilusiones, se evaporan allí, donde nunca puedas ni siquiera mantenerlos como un simple recuerdo. Solo se van. Las esperanzas y mis castillos de cristal, que tan flébilmente me había dispuesto a proyectar en mi cabeza.
Y aún así, lo permito, una y otra vez, tal vez esperando que el resultado sea distinto, o que un día las cosas tomen una forma diferente, sea cual sea la razón me mantengo allí, dispuesta a presentar mi cara, sin malas intenciones, para que el pasado nuevamente me de otra vez bofetada.